TIM BURTON Y LOS MARCIANOS

Mientras preparamos el próximo VERSUS, aprovechamos para enseñarles alguna curiosidad de Tim Burton, uno de los tíos con más suerte del planeta, y el origen de su famosa película de 1996 Mars Attack.

Sobre la suerte del amigo no habrá mucho que decir: basta con ver sus pintas y dónde ha llegado con ellas: a la cama de Lisa Marie y Helena Bonham Carter, un par de las actrices que suelen decorar sus películas. Que un tío raro que empezó de animador en Disney en los momentos más bajos de la casa
(aún más bajos que los de Bambi II) por allá por los primeros ochenta, que consiguió rodar dos mediometrajes de los llamados de culto (es decir: que todo el mundo habla bien de ellos y nadie los ha visto) y que comenzó su carrera como director con una película de ese señor tan raro que se llama Pee-Wee Herman y que hoy en día se mantiene en el mismo limbo que las pelis de adolescente de Kurt Russell, haya llegado a ser uno de los tíos más poderosos de Hollywood es no sólo la demostración de que la suerte existe sino de que está muy mal repartida.

Tim Burton, el que muchos pensamos que iba a ser el Spielberg de los siniestros y ha acabado siendo el George Lucas de los siniestros, de acuerdo con la lógica se debía haber convertido en un director "de culto" un señor al que le costase una barbaridad sacar sus extraños proyectos adelante para que los viesen una banda de raros y snobs y que de vez en cuando pudiese colar la cabeza en un gran estudio para tapar deudas, consiguiendo para colmo el desprecio de sus peculiares seguidores, es decir Terry Gilliam. Porque su primer éxito, una marcianada (nunca mejor dicho) como Bitelchus, no podía presagiar otra cosa, pero hete aquí que a alguna mente brillante de Hollywood se le ocurrió que este tipo raro era el ideal para relanzar la franquicia de Batman que por tan buenos momentos había pasado en la TV de los 60s.

Este Batman sí que era insuperable.  

Bien pensado, la idea era brillante. Cuando el personaje vivía un nuevo idilio con sus lectores habituales gracias a la resurrección que le había proporcionado la personal visión de Frank Miller y el espaldarazo definitivo de la mano de Alan Moore, ambos centrados en potenciar su visión más siniestra y analizar la sicopatía que ocultaba su principal enemigo, el Joker (no nos engañemos, hasta entonces otro idiota como el Pingüino) buscar entre los nuevos directores alguien que pudiese captar ese giro estético y plasmarlo en su próxima versión cinematográfica era una idea tan buena y novedosa que lo que menos entendemos es que saliese de Hollywood. 

Que a esto se le sume dar a un chaval que acaba de terminar una peliculita una libertad creativa total para una superproducción de ese volumen (se llevó a tanta gente del equipo de Bitelchus que al proyecto lo llamaba Bitelbatman), que le permitan poner de héroe a un tipo enano, calvo y con cara de polvostristes, que cada vez que lo mira Kim Basinguer uno piensa que le va a dar un beso en la calva, que se proponga una estética totalmente distinta a la imperante en la década anterior, que salga una mierda de película como un piano de cola, y que se convierta instantáneamente en la cuarta más vista de la historia, eso es como que al bueno de Tim le hubiese tocado el Euromillón dos semanas seguidas (y a Terry Gilliam le haya caído un rayo tres veces en el mismo sitio, una de ella con el negativo de su última película en la mano.) 

Sin entrar a discutir sobre su carrera posterior, no cabe duda de que el golpe de suerte de Batman es de los que tienen poco parangón en la historia del cine. Igual de cierto que, siendo tan mala como es, fue uno de los pivotes del cambio estético de la década de los 80 a los 90 como el Silencio de los Corderos y que impuso por fin la cordura de no vestir de mallas a los superhéroes en su versión real (impuesta por la necesidad de reconstruir a su Michael Keaton-Batman con una armadura para que impusiese, y ni por esas, igual que si a alguien se le hubiese ocurrido vestir a Nicolas Cage de Supermán) 

El resto de la historia es más conocido, Tim se enamoró de Johnny Deep y del dinero y hasta ahora. Y volviendo al comienzo de nuestra narración, el éxito sobrenatural de Batman y Batman returns le permitieron una libertad creativa tal que le permitió embarcarse en dos de sus proyectos más personales, la biografía del llamado peor director de la historia (hizo méritos): Ed Wood, (para nosotros su mejor obra) y Mars Attack (una de las más flojas). 

Y todo este rollo para ver esto.

Pues bien, igual que otras posteriores (Sleepy Hollow) el origen de ambas películas se encuentra en sus recuerdos de la infancia (Tim Burton siempre ha presumido de poder utilizar la dirección de cine como terapia y encima cobrar por ello) Ed Wood como parte de las películas que disfrutaba en la TV (junto a las de otro grande como nuestro Jacinto Molina) y Mars Attack como la versión real de una delirante colección de cromos de 1962 muy apropiada para esos años de guerra fría. 

Aquellos marcianos tan cachondos con rostros cadavéricos unidos a un inmenso cerebro que disparaban rayos multicolores y a los que recibía un ejército estadounidense sospechosamente parecido al de los años 60 a pesar de encontrarse en el 96, provenían directamente de aquella colección, así como sus platillos, los esqueletos humanos, los señores reducidos y las vacas ardiendo. Y éste es nuestro obsequio de hoy, si aún tienen la curiosidad, aquí pueden encontrar todos los cromos originales, leerse la trabajada historia, disfrutar como Tim Burton de pequeño y preguntarse por qué tanta batalla con la violencia que reciben hoy los niños, si la que les vendían en 1962 por 5 cts, incluyendo al chaval que ve cómo fríen a su perro, no tenía mucho que envidiarle. 

http://www.bubblegum-cards.com/Mars-Attacks/index.html

Que ustedes lo disfruten.