Hola mundo:
Con la filosofía de nuestro blog de peleas: dos películas entran, una sale, arrancamos esta serie enfrentando a dos obras que no necesitan presentación, y para contradecirnos, nada mejor que presentar la primera:
Queridos niños, resulta que el mundo en que vivimos no es otra cosa que una ilusión creada por unos malos para tenernos contentos mientras nos gobiernan en secreto y nos usan como ganado sin que nos enteremos, porque para colmo, no los podemos distinguir de nosotros. (Sí, parece Inside Job, pero no lo es).
Por suerte, aparece un chulazo con un guardapolvos de cuero hasta el suelo y unas gafas de sol tope molonas que reparte estopa como un hooligan borracho y lucha contra ellos a las órdenes de su mentor y colega, otro aspirante a Chuck Norris al que pillan por defenderle y recibe más palos que una estera, pero tranquilos que le salvan y aquí no ha pasado nada.
Por si fuera poco, nuestro chulazo se enfrenta a uno de los malos que va por libre y esquiva los disparos a cámara lenta sin moverse del sitio (eso es un hombre); y entre explosión y patada se echa una novia cañón más dura que Sarah Connor, y también hay un rollo con una profecía, y mucha referencia oriental, cómic, manga, estética ultramoderna y una banda sonora techno bailonga con lo más granado del panorama del momento. Menudo cañonazo. Ni que decir tiene que al final el malo se lleva lo suyo y la pelea de nuestro héroe contra la sociedad secreta sigue adelante, como mínimo hasta completar una trilogía.
Como los más pilluelos habrán imaginado, no hablamos de Matrix (1999) espléndida película que condenó a muchos jóvenes siniestros que se empeñan en llevar el guardapolvos de Neo a morir vírgenes, y a la que no vamos a discutir los méritos aquí, sino de Blade (1998) película que básicamente nos contaba lo mismo un año antes con dos tercios de su presupuesto y, es cierto, las ideas menos claras.
Efectivamente, aquí el más tonto esquiva balas.